La
Lengua actualmente es considerada como el máximo instrumento que nos permite
satisfacer nuestras necesidades comunicativas. Es por esto que a pesar de que
la enseñanza de la lengua en un principio era puramente formalista, el fin
último era producir textos que dieran identidad no mutable –en comparación con
el lenguaje oral- a nuestras tradiciones, creencias, conocimientos, etc.
Es
por esto que desde los inicios y bases de nuestra educación, la enseñanza de la
lengua es algo que ha sido atendido por los entendidos de diferentes épocas. Así,
a medida que los avances de los estudios respecto a la lectura y escritura
-actualmente precisados como comprensión y producción- iban surgiendo, también
iban surgiendo adecuaciones e implementaciones nuevas que satisfacen y suplen
el desarrollo de competencias de todo individuo. Dentro de estos parámetros que
se alejaron de la lengua mirada como una serie de normas, nos encontramos hoy
en día con una tarea que es eminentemente más compleja que la tarea de enseñar
y aplicar reglas ortográficas: La tarea de producir textos.
En
el texto de Peterssen, el cual no es contemporáneo a nosotros, vemos
planteamientos que no son totalmente aceptados actualmente al guiarse por el paradigma
conductista, pero que nos deja un mensaje muy importante respecto a la
implementación didáctica de la escritura: la
conducta es el único indicador válido para saber si el aprendizaje ha tenido
lugar (1976:6). En el caso de la
dicotomía comprensión-producción de textos, sabremos entonces que el objetivo
fue logrado cuando el estudiante aplique los saberes conceptuales, procedurales
y condicionales que le permitan abordar la tarea de escritura, a través de una
actuación concreta.
Luego,
siguiendo las ideas de Peterssen (1976) tendremos al menos dos conductas
observables: la conducta inicial y la
conducta final; una conducta propia
del estudiante que no ha pasado por el proceso E-A y otra conducta diferente
que es resultado de éste proceso. Esto se puede explicar con el siguiente
esquema:
En
este primer esquema que surge de esta idea que plantea Peterssen respecto a un
cambio conductual posterior a haber aprendido una competencia, podemos
establecer entonces a nivel macro que un estudiante que ingresa a la enseñanza
formal, aprende desde el código (en primero básico específicamente), hasta una
competencia comunicativa adecuada a cada contexto y cada intención.
Dada
la división curricular de los ciclos: básico y medio, podemos establecer que
este mismo proceso se da a nivel micro, y posteriormente en cada uno de los
cursos se organiza de la misma manera, y en cada curso a través de la
organización de las Unidades, se vuelve a fragmentar de manera más pequeña, lo
que se grafica el siguiente esquema.
Por
su parte, el trabajo del profesor ramifica aún más este ciclo dictando clase a
clase un contenido que a su vez tiene un objetivo, y es precisamente en este
tramo donde encontramos la implementación didáctica de la escritura como
proceso, y que en este caso como fue planteado anteriormente, se construyen
tareas procesuales de escritura que se enmarcan dentro de otra tarea mayor y
así sucesivamente.
Teniendo
en cuenta este panorama curricular respecto a la enseñanza basada en objetivos,
debemos tomar en cuenta su carácter empírico al momento de cruzarlo con la implementación
y evaluación, las cuales serían la bajada y lo que debemos tomar en cuenta al
momento de evaluar.
Por
un lado el paradigma conductista respalda el método expositivo de enseñanza,
donde el profesor funciona como un expositor de información que se debe verter en
los estudiantes, los que posteriormente reproducen como una grabadora lo dicho
por el profesor. Sin embargo, como bien se plantea tanto en la Taxonomía de
Bloom, como lo planteado por van Dijk y Kintsch, la identificación y reproducción
son las tareas cognitivas de menor esfuerzo; lo que en como primera conclusión
nos lleva a pensar que el método expositivo no se condice con los objetivos de
aprendizaje, ya que la escritura es una actividad mayormente ligada a la
aplicación (nivel bastante superior a la memoria o identificación) y no a la
mera identificación. Es por esto que a pesar de que la enseñanza a través de
objetivos no se puede arraigar completamente en el paradigma conductista ya que
debe aspirar a mayores tareas cognitivas.
Por
otro lado, como la mayor aspiración de ésta enseñanza es cambiar una actitud
por parte de los alumnos, es decir, que sepan cómo enfrentarse y como producir
un texto de manera adecuada, debemos tomar en cuenta y explicitar los criterios
de escritura como el propósito o la audiencia, y ahí tenemos el primer cambio
curricular debido a que la enseñanza es contextualizada –idea que también se
toma en el texto al plantear que existe flexibilidad respecto a las
metodologías adecuadas- y por tanto no puede seguir criterios ni evaluaciones
estandarizadas, y los tipos de textos a escribir surgirán de las necesidades de
las comunidades y no como invenciones creativas, ya que como señalaban diversos
estudiosos de la producción de textos como De Beaugrande, la tarea de escritura
debe ser real y no una utopía donde el estudiante juega el rol de un actor.
Lo
planteado anteriormente, frente a las problemáticas de la enseñanza basada en
objetivos, la disposición curricular al respecto y la implementación didáctica
viendo la escritura como un proceso, se pueden unir en algunos aspectos, los
cuales deben ser especificados ya que de otra forma se transformaría en una
incongruencia.
·
Los textos deben ser creados a través de un
proceso continuo que siempre vuelve atrás para replantear el texto; lo que es
llamado como situación de control en Flower y Hayes.
·
Todas las conductas observadas en el proceso
de escritura deben responder a un porqué y no simplemente a una identificación.
·
Los textos además de la guía del profesor,
deben tener retroalimentación del grupo curso para transformar los
conocimientos y recibir recomendaciones, lo que servirá para que todo el grupo
también realice un trabajo de selección de otras ideas que la comunidad
considere pertinentes, sin embargo la elección de temáticas será propia del
autor y debe estar justificada en parámetros claros.
·
Dada la dicotomía comprensión-producción; los
textos deben venir de un texto anterior, sea este escrito, oral, icónico o
multimedial, y el tema a tratar debe estar constantemente siendo revisado en
otras fuentes por si surgen nuevas inquietudes.
·
Los temas deben ser de interés para los
estudiantes, para que estos se sientan inmersos en la temática y la puedan
abordar sin miedos.
Finalmente,
a modo de conclusión podemos ver como las ideas más generales de la enseñanza
basada en objetivos pueden rescatarse desde una decisión clara respecto a lo
que queremos lograr, siempre cruzándola con otros saberes para manejar la
heterogeneidad de los grupos-curso con los que nos encontraremos.


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