27 may 2013

Ya no existes.

Te miro enmarcado por el gorro de lluvia de mi chaqueta. Te ves hermoso mientras el viento llega a tu frente... tu silueta, tus labios diciéndome cosas... es un hermoso recuerdo. 

Sigues hablando, esta vez ya mirándome de frente, me pides que lo haga para poder decirme el discurso que tienes preparado y que yo te lo crea. Tu llamativa silueta ya no me distrae.
Mientras empiezas a decir mis supuestas cualidades, te detengo. Ya no quiero oírte más. 
Tengo la voz quebrada, emprendo mi viaje mirando el suelo que brilla por las gotas de lluvia. Se ve encantador. 
Minutos atrás te había dicho que me gustaba la noche, las luces la hacen verse bella. 
Días atrás te había dicho que me gustaba la lluvia.
Camino agradeciendo el paisaje, quizás si hubiera sido de día no hubiera podido hacer más que llorar, pero este paisaje, y algo dentro mío detienen mis lágrimas, las cuales nunca termino de entender por qué brotan, ya que tenía claro que lo nuestro no era un romance, y estaba feliz por ello.
Quizás pienso que siempre me pasa lo mismo, que siempre "soy demasiada mujer" para los hombres que aparecen en mi vida, quizás soy muy buena, o quizás no soy una loca. Eso sí lo tengo claro, puedes intentar destruir mi ego, pero tengo claro que no lo soy.
Pienso en qué buscarán ustedes los hombres, por lo que he visto, quieren una mamá que controle sus vidas, que los celen, que les revisen sus correos electrónicos. Yo no soy así, quizás es eso.
El camino mide lo que tiene que medir, me canso menos que de costumbre, será que no estoy pensando en eso. 
Llego a la casa después de un suspiro debajo de la lluvia, el último suspiro luego del suspiro del semáforo, el del otro semáforo, el de cuando me detuve buscando mis audífonos para escuchar alguna canción que me hiciera llorar de una vez por todas.
Lloro.
Ya no existes.

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