Tenía un globo de un sólo color: verde. Creía que no se podía faltar el respeto al cielo poniendo negro en sus nubes, no era justo, entre tantos colores tan brillantes, el negro o alguno de sus matices en él era sólo aceptable cuando una gran tormenta venía, y así y todo, entre toda la niebla espesa color gris, salía a la luz un llamativo azul que venía a impactar y a decir a todos que el importante cielo estaba limpiándose.
De igual forma subirse a un globo verde le costaba bastante, porque era amante del color irrespetuoso; siempre se vestía de negro, siempre sus accesorios eran negros, su casa era oscura y solamente no la pintaba negra porque tenía problemas a la vista y en la noche no vería nada, sobre todo el libro imprudente que tenía guardado en su velador y que leía noche tras noche para poder dormir, pero esa es otra historia.
La historia que nos convoca hoy se divide en partes, se las contaré detalladamente porque es muy importante saber episodio tras episodio. La historia de éste hombre que quiso volar en globo es la historia con más amor del mundo, la historia que demuestra que aunque hayan personas que parecieran se esconden en la oscuridad, siempre quieren volar hasta el cielo y conquistarlo, siempre quieren tocar las nubes y poder ser parte del tan majestuoso cielo que nos cubre y nos descubre bajo la luz del Sol. Y lo más importante, todas las personas tienen dentro de sí un poquito de ese amor escandaloso que es tan "inmaduro" sentir, quizás hasta protejan esa gota de humanidad que tienen disfrazándola de irreal, quizás sean unos traidores que dicen ser "terrenales" pero que en secreto abrazan tan ínfima esencia para pedirle perdón por ser cobardes. Cabe decir que ese amor supera todo, es el caballero incansable que guerra tras guerra, sigue yendo a rescatar a su reino con la mayor fé que se puede tener.
Parte I
Aquel árbol era el más imprudente en presencia que podría existir, cuando lo ví en una foto pensé en que los otros árboles debían tenerle envidia, de hecho creo muy firmemente que es así.
Mi tatarabuela tenía 5 años cuando lo plantó, ella era muy amante de la naturaleza, lo plantó pretendiendo que en el nacimiento de mi bisabuela pudiera hacerle una habitación en él. Sí, mi tatarabuela siempre estuvo segura de que tendría una hija, tenía cierto don de predicción difícil de explicar.
El árbol a los 10 años de mi bisabuela estaba muy alto, con un tronco muy firme. Cuando ya ella cumplió 11 años, la casa entera estaba armada arriba del árbol, era magnífica, y el árbol según ella parecía feliz de hospedar a tan amada familia.
Pasaron muchos años hasta que llegó una nube negra sobre los campos, esa nube no era una nube anunciando que venía día de lavado del cielo, era una nube con un humo que traspasaba las casas y ahogaba a las personas. El árbol se secó y cuando mi abuela tenía 20 años, apareció una monumental máquina con una enorme cierra que cortó el árbol. Las hojas cayeron al suelo desvanecidas y nadie quiso quitarlas de ahí porque seguían verdes; era un embrujo que hicieron todas las generaciones de mujeres de mi familia para que cuando las personas que trajeron el humo se hicieran viejas y estuvieran arrepentidas, vieran lo que habían derrumbado, y se atormentaran eternamente.
Luego de muchos años el hombre recogió las hojas de ese suelo, y empezó a entrelazarlas para hacer algo que llegara al cielo nuevamente, de donde había venido, y así a la vez el pudiera volar.
Luego de muchos años el hombre recogió las hojas de ese suelo, y empezó a entrelazarlas para hacer algo que llegara al cielo nuevamente, de donde había venido, y así a la vez el pudiera volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario