19 sept 2012

El retorno de la poesía a las cumbres europeas



La estética latinoamericana del modernismo, se puede concebir como un viaje desde la liberación latinoamericana de la monarquía española, hacia un retorno cosmopolita a la cumbre de la ilustración. Este viaje tiene pleno sentido si pensamos en la represión a la que estaba dispuesta la población autóctona latinoamericana frente a la dominación española.
Una figura ícono de este discurso civil a través de los versos es Andrés Bello, quien en El cóndor y el poeta, se refiere al tema con el caso chileno:

¡Junto a la mansa paz, atroz instinto
de pillaje y de sangre! ¡Incauto el uno,
audaz el otro en tentador ayuno,
y de la Patria en medio el paladión!

Tremendo porvenir, yo te adivino,
pero no tiemblo. Es fuerza te abras paso
de la ilustrada Europa al rudo ocaso;
está en el libro del destino así.[1]

En estos versos se manifiesta la necesidad y el ímpetu con que Chile debe liberarse de la subyugación española, lo cual es explícito en los versos tremendo porvenir, yo te adivino[2], donde se manifiesta la lucha que se aproxima, pero que no se teme: pero no tiemblo[3].
De esta forma Latinoamérica construía sus propios caminos, como respuesta a esta lucha; y tal como se manifestaba en los versos anteriores, el arte y todo el quehacer cultural no se excluían de ello.

En América Latina hemos creído fielmente que la historia se desarrolla según ciertos esquemas a los cuales debe corresponder, con todo rigor, el arte. Así el arte debía seguir un orden evolutivo. Era casi inevitable que tuviéramos una novela épica, panorámica y social en correspondencia con la realidad de una sociedad naciente. De igual modo, como éramos (¿Aún somos?) un “nuevo mundo” teníamos que cumplir con una suerte de pasión adánica: nombrar para que fuesen nuestros seres y cosas, nuestra vasta geografía, nuestras tradiciones y mitos.[4]

Adentrándonos en el terreno del modernismo,  este panorama social que convocaba a las manifestaciones culturales en una época romántica, había sido superado por el éxito de este sueño latinoamericano de antaño. Ya nuestra zona se conformaba con naciones independientes tanto de Europa, como entre sí, pero con un nuevo sentimiento que contribuye al retorno del quehacer literario al viejo continente, el cosmopolitismo:

Las experiencias técnicas con que se trató de hallar lo puro, lo bello, lo nuevo, incluyeron desde el cosmopolitismo y el culto por lo exótico (el modernista quiso ceñirse a un arte atemporal, universal, evitando todo lo local, regional, coetáneo) al escapismo y al misticismo.[5]

Tal como se manifiesta en la cita, las necesidades intelectuales iban por un camino universal, que ahora además de aspirar a Europa, aspiraba al mundo entero. La poesía había pasado desde un discurso civil a un discurso suntuario, lo cual se manifiesta a través de los versos pertenecientes al escritor por excelencia del modernismo, Rubén Darío:

En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufrían.
En busca de quietud bajé al fresco y callado jardín.
En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

«¡Oh, reina rubia! díjele, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar».
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.[6]

En Venus, se muestra esta superación del sentimiento arraigado latinoamericano, y se muestra esta sed de aprehensión de todo lo bello en el mundo, lo cual al ser un ideal se considera inalcanzable y se le envuelve en una mística ocultista y que rescata la tradición, como se ve en el título del poema por su rescate de la diosa olímpica, al contrario de una creación de un equivalente latinoamericano tal como sucedió antaño con la conquista romana a Grecia, los cuales tenían sus propios nombres (retomando el comentario de Sucre) equivalentes a las deidades griegas.

El ambiente místico en el cual se desenvuelve la escena amorosa entre Venus y el hablante lírico, refiere a una manera oscura, misteriosa: En el obscuro cielo Venus bella temblando lucía, / como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín[7], lo cual también se resalta en las metáforas de la belleza pálida del jazmín incrustado en el sombrío ébano, de lo cual se puede desprender este juego de colores que el autor plantea para que el lector reciba esta sensación de misterio. En los siguientes párrafos se retoma y enfatiza esta idea de exotismo, atribuyéndole a su deidad deseada características físicas similares a las de culturas orientales y europeas. Expuesto este misticismo, la escena se lleva a la habitación movediza, pública, donde entre cuatro paredes ocurre el acto sexual en los versos o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría / triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín, lo que le añade el carácter exhibicionista a la fantasía del hablante lírico. Posterior a la exposición de la fantasía, se nos lleva al ruego por el incendio a través de los besos a los labios de fuego, seguida a una vuelta a la imagen oscura que rodea a Venus contemplando al hombre extasiado posterior a su momento pasional en los versos El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida. / Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.
A través de lo anterior, vemos como la idea de misticismo es una característica central dentro del modernismo. Esto se puede apreciar en autores contemporáneos a Darío que no vivían esta filosofía cosmopolita que el nicaragüense vivía; como por ejemplo Julio Herrera y Reissig, quien por su enfermedad al corazón no podía compartir esta vida nómada, pero que sin embargo, no dejaba de lado esta sed por aprehender que se ha comentado anteriormente.

(Todos tiemblan) los más viejos rezan, se esconden, murmuran.
Safo le besa la mano. Se oye de pronto un gran ruido,
Es Venus que llega: todos se desvisten, tiemblan, juran,
Se arrojan al suelo y sólo se oye un inmenso rugido

De fiera hambrienta: los hombres se abalanzan a la diosa,
(Ya no hay nadie que esté en calma, todos perdieron el juicio)
Todos la besan, la muerden, con una furia espantosa,
Y Adonis llora de rabia... En medio de ese desquicio.[8]

En este fragmento de Fiesta popular de ultratumba, vemos como a pesar de las diferencias cotidianas entre los autores, se siguen los mismos patrones de persecución de lo exótico, a la par de rescate de nombres anteriores, por lo que se sustenta la idea de atemporalidad en los modernistas. 

En los versos del primer párrafo vemos como se juega con el sentimiento de podredumbre de la muerte anunciado en el título, con lo extasiado del erotismo, Venus es una fiera que juega y pide a todos los presentes en esta velada, y como respuesta (ya no hay nadie que esté en calma, todos perdieron el juicio), aunque no se sabe si por el deseo o por el miedo que fue anunciado en (Todos tiemblan)

Este panorama sórdido e impregnado de irracionalidad, tiene su vencimiento en la crítica indirecta de poetas que buscaban lo sublime no a través de una estética de la evasión, sino que en las cosas cotidianas de la vida, dejando de lado este sentimiento universalista.

Hasta los años 20 el movimiento continuó siendo el dominante en la escena poética. No obstante, se vio socavado por diferentes corrientes que encarnaron la reacción en contra de sus presupuestos, propugnando unas la vuelta hacia la tradición clásica (…) o hacia una suerte de neorromanticismo (…) o enalteciendo otras la olvidada “sencillez” de las cosas cotidianas, de la realidad familiar, de lo hogareño.[9]

Así, podemos concluir que esta época extasiada se puede mirar como una exacerbación de todo lo exótico y prohibido, de todo lo místico, oscuro. Aquí la principal premisa es que el arte ya no se considera como una reacción política, sino como una reacción estética, que es más explícita en algunos autores que en otros, pero que marca definitivamente un quiebre con el carácter moralizante de la literatura anterior, ya que retorna a las tradiciones ilustradas europeas, dejando atrás el sueño de la independencia.











[1] Bello, A. El cóndor y el poeta. Disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/ha/bello/condor.htm
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] 1985, Fondo de Cultura Económica S.A., Sucre, G. La máscara, la transparencia. Dentro del cristal. Pág. 17
[5] 2002, Océano Grupo Editorial, S.A. Gran enciclopedia interactiva Siglo XXI. Tomo 2. Proyección universal de la literatura hispanoamericana contemporánea. Características del modernismo hispanoamericano. Pág. 410
[6] Darío, R. Venus. Disponible en http://www.poemas-del-alma.com/venus.htm (Fecha de consulta 18/09/12)
[7]  Darío, R. Venus. Disponible en http://www.poemas-del-alma.com/venus.htm (Fecha de consulta 18/09/12)
[8] Herrera y Reissig, H. Fiesta  popular de ultratumba. Disponible en http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/ha/herrera/fiesta.htm  (Fecha de consulta: 18/09/12)
[9] 2002, Océano Grupo Editorial, S.A. Gran enciclopedia interactiva Siglo XXI. Tomo 2. Proyección universal de la literatura hispanoamericana contemporánea. La superación del modernismo. Pág. 413

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