Durante la primera
mitad del siglo XIX, Latinoamérica busca ansiosamente su independencia, como
consecuencia de un profundo malestar que surge a finales del siglo XVIII por la
oposición a la autoridad española entre sus súbditos de América y favorecido
por las ideas ilustradas. En la mayoría
de Latinoamérica la independencia ya es un hecho.[1]
Luego
de la victoriosa lucha independentista mencionada en la cita anterior, el nuevo
mundo emprendía un viaje hacia nuevos horizontes ilustrados que se difuminaban
entre las historias independientes de sus naciones y el sincretismo cultural
propio que se produjo en la época colonial. De esta forma, el camino
intelectual latinoamericano abría sus senderos a una innovación y
desprendimiento de las tradiciones provenientes de la madre europea, una reacción
muy propia de hijo en rebelión a la opresión maternal; o se emancipaba de las
nacionalidades tal como lo prometía el pensamiento ilustrado, existiendo así,
ciudadanos del mundo, cosmopolitas: modernos.
Por el prolongado
aislamiento, por el atraso acumulado, la internacionalización es virulenta,
omnívora: se quiere absorber vertiginosamente la historia universal y la
geografía mundial.[2]
Bajo
esta categoría se encasilló Rubén Darío, escritor nicaragüense, quien sin
renegar de la españolidad que llevaba consigo, escogió una de las obras cumbres
españolas, el Ingenioso Hidalgo Don
Quijote de la Mancha, para referir sus versos a ella en tributo.
Rey de los hidalgos, señor de los
tristes,
que de fuerza alimentas y de ensueños vistes,
coronado de áureo y yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.[3]
que de fuerza alimentas y de ensueños vistes,
coronado de áureo y yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.[3]
En esta primera estrofa, se
observa que el hablante lírico que escoge Darío es un intelectual que se
considera cosmopolita, por su conocimiento acerca de los rasgos de la obra
cervantina, tales como la característica depresión del barroco español
manifestada en las palabras del primer verso
señor de los tristes[4].
Otra característica de la estrofa que muestra resplandecientemente este espíritu
universal, son los versos coronado de
áureo y yelmo de ilusión; / que nadie ha podido vencer todavía[5],
ya que en el primero el calificativo áureo
puede relacionarse con lo destacado que se considera la obra, pero también con el siglo de oro
español, y en el posterior verso que
nadie ha podido vencer todavía[6],
marca fehacientemente la intención vanagloriosa que el hablante lírico tiene.
Pasando a la segunda estrofa, se
realizan alusiones a rasgos característicos del ideal ilustrado que se comparten,
pero que la obra sobrepasa con magnificencia, tales como el progreso de las
ciencias o de la razón:
Noble peregrino de los
peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias,
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...[7]
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias,
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...[7]
En
los siguientes versos posteriores a esta estrofa, el hablante lírico realiza un
llamado claro que se manifiesta en el título de su poema; “Letanías”, es decir,
oraciones; que se pueden comparar con el llamado a las musas arcaico para el
poeta expresar los mensajes divinos que provienen de la inspiración, pero que
en este caso Darío con su espíritu cosmopolita realiza para obtener el “don”
cervantino.
¡Ruega por nosotros, hambrientos
de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol;
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!
¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel! Pro nobis ora, gran señor.
(Tiemblan las florestas de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hámlet te ofrece una flor.)[8]
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol;
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!
¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel! Pro nobis ora, gran señor.
(Tiemblan las florestas de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hámlet te ofrece una flor.)[8]
Finalmente,
estos versos pertenecientes al fragmento considerado cumbre de este poema,
reflejan todos los atributos comentados anteriormente, y además la introducción
tardía, dos siglos después por este autor ícono del modernismo, de la obra de
Cervantes a las ligas de la tradición europea en conjunto con otras obras tales
como se muestran en la segunda estrofa, La
vida es sueño y Hamlet, las
cuales también se relacionan con temáticas reflexivas acerca de la realidad
circundante, de una forma satirizante de la cultura cristiana al ser esta pieza
en forma de oración, pero que dejan este mensaje nostálgico del tiempo pasado
de una manera muy sutil, borrando en definitiva las fronteras nicaragüenses del
escritor.
[1]
2002, OCÉANO GRUPO EDITORIAL, S.A., Gran
Enciclopedia del Siglo XXI (Tomo 2). Trayectoria
general del siglo XIX. (Pág. 395)
[2] 1997,
Yurkievich, S., Fondo de Cultura Económica. Suma
Crítica. Para dar vida al orbe entero. (Pág. 20)
[3]
Darío, R., Letanías de nuestro señor Don
Quijote. Disponible en http://www.los-poetas.com/a/dario1.htm#LETANIAS%20DE%20NUESTRO%20SE%C3%91OR%20DON%20QUIJOTE
(Fecha de visita: 17/09/12)
[4]
Ibídem.
[5]
Ibídem.
[6]
Ibídem.
[7]
Ibídem.
[8] Darío,
R., Letanías de nuestro señor Don Quijote.
Disponible en http://www.los-poetas.com/a/dario1.htm#LETANIAS%20DE%20NUESTRO%20SE%C3%91OR%20DON%20QUIJOTE
(Fecha de visita: 17/09/12)
No hay comentarios:
Publicar un comentario