19 sept 2012

Las anti-fronteras de Rubén Darío en "Letanías de nuestro señor Don Quijote"



Durante la primera mitad del siglo XIX, Latinoamérica busca ansiosamente su independencia, como consecuencia de un profundo malestar que surge a finales del siglo XVIII por la oposición a la autoridad española entre sus súbditos de América y favorecido por las ideas ilustradas.  En la mayoría de Latinoamérica la independencia ya es un hecho.[1]

Luego de la victoriosa lucha independentista mencionada en la cita anterior, el nuevo mundo emprendía un viaje hacia nuevos horizontes ilustrados que se difuminaban entre las historias independientes de sus naciones y el sincretismo cultural propio que se produjo en la época colonial. De esta forma, el camino intelectual latinoamericano abría sus senderos a una innovación y desprendimiento de las tradiciones provenientes de la madre europea, una reacción muy propia de hijo en rebelión a la opresión maternal; o se emancipaba de las nacionalidades tal como lo prometía el pensamiento ilustrado, existiendo así, ciudadanos del mundo, cosmopolitas: modernos.

Por el prolongado aislamiento, por el atraso acumulado, la internacionalización es virulenta, omnívora: se quiere absorber vertiginosamente la historia universal y la geografía mundial.[2]

Bajo esta categoría se encasilló Rubén Darío, escritor nicaragüense, quien sin renegar de la españolidad que llevaba consigo, escogió una de las obras cumbres españolas, el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, para referir sus versos a ella en tributo.

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alimentas y de ensueños vistes,
coronado de áureo y yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.[3]

En esta primera estrofa, se observa que el hablante lírico que escoge Darío es un intelectual que se considera cosmopolita, por su conocimiento acerca de los rasgos de la obra cervantina, tales como la característica depresión del barroco español manifestada en las palabras del primer verso señor de los tristes[4]. Otra característica de la estrofa que muestra resplandecientemente este espíritu universal, son los versos coronado de áureo y yelmo de ilusión; / que nadie ha podido vencer todavía[5], ya que en el primero el calificativo áureo puede relacionarse con lo destacado que se considera  la obra, pero también con el siglo de oro español, y en el posterior verso que nadie ha podido vencer todavía[6], marca fehacientemente la intención vanagloriosa que el hablante lírico tiene.

Pasando a la segunda estrofa, se realizan alusiones a rasgos característicos del ideal ilustrado que se comparten, pero que la obra sobrepasa con magnificencia, tales como el progreso de las ciencias o de la razón:

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias,
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...[7]

En los siguientes versos posteriores a esta estrofa, el hablante lírico realiza un llamado claro que se manifiesta en el título de su poema; “Letanías”, es decir, oraciones; que se pueden comparar con el llamado a las musas arcaico para el poeta expresar los mensajes divinos que provienen de la inspiración, pero que en este caso Darío con su espíritu cosmopolita realiza para obtener el “don” cervantino.

¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol;
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!

¡Ruega por nosotros, que necesitamos

las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel! Pro nobis ora, gran señor.
(Tiemblan las florestas de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hámlet te ofrece una flor.)[8]

 
Finalmente, estos versos pertenecientes al fragmento considerado cumbre de este poema, reflejan todos los atributos comentados anteriormente, y además la introducción tardía, dos siglos después por este autor ícono del modernismo, de la obra de Cervantes a las ligas de la tradición europea en conjunto con otras obras tales como se muestran en la segunda estrofa, La vida es sueño y Hamlet, las cuales también se relacionan con temáticas reflexivas acerca de la realidad circundante, de una forma satirizante de la cultura cristiana al ser esta pieza en forma de oración, pero que dejan este mensaje nostálgico del tiempo pasado de una manera muy sutil, borrando en definitiva las fronteras nicaragüenses del escritor.


[1] 2002, OCÉANO GRUPO EDITORIAL, S.A., Gran Enciclopedia del Siglo XXI (Tomo 2). Trayectoria general del siglo XIX. (Pág. 395)
[2] 1997, Yurkievich, S., Fondo de Cultura Económica. Suma Crítica. Para dar vida al orbe entero. (Pág. 20)
[3] Darío, R., Letanías de nuestro señor Don Quijote. Disponible en http://www.los-poetas.com/a/dario1.htm#LETANIAS%20DE%20NUESTRO%20SE%C3%91OR%20DON%20QUIJOTE (Fecha de visita: 17/09/12)
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.
[6] Ibídem.
[7] Ibídem.
[8] Darío, R., Letanías de nuestro señor Don Quijote. Disponible en http://www.los-poetas.com/a/dario1.htm#LETANIAS%20DE%20NUESTRO%20SE%C3%91OR%20DON%20QUIJOTE (Fecha de visita: 17/09/12)

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