Teoría
estética huidobriana que postula la independencia de la obra literaria con
respecto a cualquier referente e instala la poesía como aquella producción
creacionista por excelencia.[1]
Al
referirnos sobre el espíritu estético de Vicente Huidobro; no podemos pretender
hacerlo sin mencionar su más significativo aporte teórico al desarrollo de la
poesía: el creacionismo, cuyo significado descrito en la cita es el que se
seguirá para realizar esta breve reflexión.
Pero,
¿Qué significa la independencia de la obra literaria con respecto a cualquier
referente?
Para
responder esta cuestión, debemos remontarnos a la significación de las palabras
y su propia posible referencialidad con los objetos del mundo extralingüístico,
lo cual es respondido desde diferentes teorías que estudian el significado, es
decir, perspectivas semánticas; que en este caso serán el signo tricotómico de
Peirce; y el signo dicotómico de Saussure.
Desde
la perspectiva de Peirce en su signo tripartito, el signo está en lugar de
algo, es el representamen de ese algo, destacando alguna de sus
características, condiciéndose así con la negación del poeta, ya que este
plantea que el poema no debe hacer referencia a las cosas del mundo no poético;
sino que inventar un mundo; ser una llave
que abra mil puertas[2];
una de las características de oposición de la teoría peirciana respecto al
estructuralismo del siguiente teórico que tomaremos en cuenta para este
análisis: Saussure.
En
un breve recorrido a la teoría saussureana, padre del estructuralismo
lingüístico, se reconoce una primera dicotomía: lengua y habla; enfocándose en
la lengua ya que el habla es objeto de estudio de otra disciplina; la fonética
y fonología. Dentro del significado de la perspectiva de la lengua; se reconoce
que en cada signo lingüístico o seña lingüística, existen dos planos; un plano
del significante que responde a los rasgos materiales del signo,
representándose esto en las unidades fonema y fono; y un plano del significado
que evoca al significado conceptual del signo; lo cual nos acercaría a una
teoría referencialista de la lengua; volviendo a las ideas previas de Huidobro.
Sin
embargo, dentro de las relaciones que se establecen en la lengua a nivel
conceptual, encontramos una caracterización acorde a lo que buscamos en este
texto; que es reflexionar respecto a la referencialidad del lenguaje: las
relaciones asociativas de la lengua.
Ya
se ve que estas coordinaciones son de muy distinta especia que las primeras. Ya
no se basan en la extensión; su sede está en el cerebro, y forman parte de ese
tesoro interior que constituye la lengua de cada individuo. Las llamaremos
relaciones asociativas. [3]
En
esta breve caracterización extraída literalmente; podemos observar que existe
una lengua individual que se constituye como un sistema que a su vez relaciona
unidades de significados entre sí; y que por tanto el significado conceptual de
los signos, no está ubicado en el referente extrasemiótico de Peirce, sino que
se encuentra en relación con los otros signos en la mente de cada persona; los
cuales tienen notas de significación similares que nos permiten comunicarnos
verbalmente. En palabras prácticas; tanto yo como el lector de este texto
entendemos los significados de las palabras que están en este aquí; así como
entendemos el significado de ‘árbol’. Sin embargo, la representación conceptual
de ‘árbol’ en mi mente contiene diferentes rasgos que están determinados por mi
cultura, ideología, experiencias vividas, etc; así mismo como lo está en la
mente del lector. En este sentido, podemos encontrar un primer quiebre entre
los planteamientos estructuralistas de Saussure, quien es considerado el padre
de la lingüística en occidente; y nuestro poeta analizado; Huidobro.
Otra
de las ideas que debemos mencionar, es la del mundo ficcional o la del lenguaje
en función poética; que nos abre las puertas a un mundo que negociamos como
verosímil al momento de deleitarnos estéticamente de un poema; ya que de hecho,
el énfasis de este lenguaje no está en el significado conceptual del lenguaje
verbal ordinario; sino que se encuentra en la forma en que este lenguaje está
dispuesto; y las sensaciones que promueven en nosotros.
Por
cuál de las dos cosas optaré? Ser un bandido es indiscutiblemente muy
artístico. El crimen debe tener sus deliciosos atractivos. Ser un grande
hombre? Según. Si he de ser un gran poeta, un literato; sí. Pero eso de ser un
buen diputado, senador o ministro, me parece lo más anti-estético del mundo.[4]
En
Pasando y pasando (1914), vemos una
declaración de principios sobre la vida estética por la que opta nuestro poeta,
donde se da a luz a la postura que se relaciona con la obra de Huidobro; el crimen, y la opción de ser un gran poeta. Relacionando estas ideas
con el quiebre semántico que propone; podemos observar que la vanguardia
estética criminaliza el lenguaje referencial, y se da el deleite de romper las
reglas establecidas en la sintaxis del lenguaje ordinario; el rol fundamental
del poeta, crear mundos, lo hermoso pero
irrealizable[5] para algunos; lo
que Saussure siempre vislumbró como cierto, independiente del uso o función que
se le quisiera dar al lenguaje.
La
forma de encontrar el máximo esplendor de este alejamiento de la referencia del
poeta, de concretizar esta búsqueda de lo hermoso, se encuentra en el canto VII
del Viaje en paracaídas, donde el
significado que se denomina léxico desde la semántica no existe.
Ai
aia aia
ia
ia ia aia ui
Tralalí
Lali
lalá
Aruaru[6]
En
resumidas cuentas, volviendo a la perspectiva de las unidades de la lengua, no
encontramos un significado convencional de los elementos citados; pero
volviendo al énfasis en la forma y no en el contenido, podemos encontrar el
entrañamiento de este concepto, justamente en la oposición al significado; ya
que este no-significado nos evocaría la idea vanguardista que pretendía el
poeta. Por otro lado, el énfasis en la sonoridad de los poemas; es algo
abundantemente estudiado desde la teoría literaria; lo cual no se opone a la
unidad fono de la lingüística estructuralista, sino que se complementa; y de
cierta forma se puede concebir una derrota creacionista en Huidobro.
Como
conclusión; si revisamos el cambio que paulatinamente se va dando en el
lenguaje de este viaje en paracaídas, esta caída al mundo creacionista en su
totalidad; el poema nos obliga a realizar de manera estética esta caída; que a
medida que se acerca a la superficie; se vuelve más caótica. Podemos descubrir
esto, porque el afán de no-significado es derrotado por el mismo poeta al
inicio de esta obra, al llamarlo viaje en paracaídas; y por tanto supeditando
toda la lectura a esta significación, al viaje, a la caída y al miedo.
[1] Memoria
Chilena. El poeta como un pequeño Dios.
Vicente Huidobro (1893-1948). Hipertexto: Creacionismo. (Fecha de consulta:
28/10/2013)
[2] 1916,
Vicente Huidobro. El espejo de agua.
Arte poética.
[3]1945,
Ferdinand de Saussure. Curso de
Lingüística General. Capítulo V: Relaciones Sintagmáticas y Relaciones
Asociativas. Editorial Losada, traducida por Amado Alonso. (Pág. 148)
[4] 1914.
Vicente García Huidobro Fernández. Pasando
y pasando. Crónicas y comentarios.
Yo. (Pág. 11)
[5] 1916.
Vicente Huidobro. El creacionismo.
(Versión digital: http://www.vicentehuidobro.uchile.cl/manifiesto1.htm
Fecha de consulta: 28/10/13)
[6] 1931.
Vicente Huidobro. Altazor o El viaje en
paracaídas. Compañía Iberoamericana de publicaciones S.A. (Pág. 108)
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