Me encanta escribir cosas entre paréntesis!
"Mientras escribo esto suena una pieza en acordeón. Venía caminando, mirando la gente... es muy entretenido mirar pequeñas situaciones que duran lo que alcanzo a mirar mientras avanzo: padres con hijos jugando, algunas personas saliendo del imponente casino y otras pidiendo limosnas afuera de él, perros durmiendo acomodados en el pasto, yo sentada en la orilla del camino escribiendo.
El mar está a mis espaldas y frente a mi está el ser más misterioso del mundo.
Acomodo mis aros que están a mi lado, miro la calzada a ver si vienen posibles compradores, viene una niña con su mamá y me compra el primer par, el con maripositas anaranjadas, ¡estoy muy emocionada!
Pero volviendo a lo mío, acá estoy mirando al ser indescifrable que mencioné antes, al músico. Me distraigo mirando a un niño que está bailando un poquito, acomodo mi pié, pasan dos cachorritos acompañados de dos niños, vuelvo a mirar a través de aquella máscara dorada del músico, puedo ver un pedacito de sus ojos entreabiertos... además de eso no puedo ver más que sus manos que parecen ser de un hombre más adulto, quizás de unos 40 años, la música que toca con su acordeón es muy hermosa, pienso en que esto no es un cuento, esto está pasando acá mientras yo escribo.
Su disfraz es rojo y dorado, viste un gorro y un traje de bufón y además lleva una máscara dorada. Hace mucho calor pero hay una pequeña brisa fresca... me pregunto si él la sentirá.
La gente le saca fotos.
Quiero quedarme hasta que esto que parece cuento se termine. Creo que si lo escribiera sería así: "Una tarde el músico sale a tocar su instrumento, esparce su magia; la necesaria para mantener al lugar vivo, vuelve a su casa, una caja de sorpresa. Cuando el mundo de alguna escritora esté sin magia nuevamente, el saldrá a dejarla enamorada del mundo"
Entre tanto metía a este músico a mi cabeza, pasaba un niño, le deja una moneda y ve un billete dentro, se extraña y exclama a su padre "¡Papá! Hay gente que deja billetes".
Bailo con mis pies que ahora reposan balanceándose sin tocar el suelo.
Pasa un señor, deja caer una moneda en el sombrero color morado brillante que tiene el músico de espacio para las monedas, lo saluda con un gesto y el músico mágico inclina su cabeza muy elegantemente y se ve que sus ojos apuntan directamente a los del anciano.
Enderezo mi espalda que se encorva mientras escribo.
A mi lado hay dos abuelos que intentan adivinar que pieza toca el músico mágico. Pasa por mi cabeza el calor, el trabajo, su familia, su esfuerzo, y nosotros, quienes lo miramos con ternura y gracia, a pesar de que se vea hermosa la imagen, tiene una sombra muy marcada. Quizás todos quienes pasamos, sentimos esa sombra, pero es muy oscura y más vale poner atención a otra cosa.
Pasa una vendedora de cocadas y me pregunta cómo me ha ido, asiento con la cabeza y me siento feliz, ella tenía una sonrisa muy limpia espiritualmente.
Tengo ganas de bailar al ritmo del músico mágico.
Otro niño se para a bailar. Ojalá pudiera ser niña otra vez."
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